“Bullying” es un término en inglés que proviene de bully, que significa "matón" o "agresor". En este contexto, se refiere a una serie de conductas sistemáticas de acoso que pueden incluir intimidaciones, insultos, amenazas, aislamiento o violencia física y/o psicológica hacia una víctima específica.
Origen del estudio del bullying
Uno de los primeros investigadores del fenómeno fue el psicólogo noruego Dan Olweus, quien empezó a estudiar la violencia escolar en 1973. A raíz del suicidio de tres adolescentes en 1982, su interés se profundizó y desde entonces su trabajo ha sido una referencia clave. En países europeos como Inglaterra también se ha abordado el problema desde hace décadas. Allí existen los bully courts o tribunales escolares, y desde 1989 hay una línea directa de ayuda para las víctimas.
Una forma silenciosa de violencia
El bullying no siempre se manifiesta con golpes o gritos. Muchas veces es una tortura psicológica, silenciosa y metódica, que ocurre frente a todos, pero nadie detiene. Lo más preocupante es que suele suceder con la complicidad o indiferencia de los demás compañeros, quienes callan por miedo o por no saber cómo actuar.
Este maltrato prolongado genera daños emocionales que, si no se atienden, pueden extenderse hasta la adultez. Muchas veces, las víctimas nunca cuentan lo que viven por vergüenza, miedo o porque piensan que nadie las va a ayudar. En los casos de acoso por orientación sexual, la situación se vuelve aún más crítica.
Bullying homofóbico: una realidad ignorada
La comunidad LGBTI es especialmente vulnerable al acoso escolar. Niños y adolescentes sexodiversos son frecuentemente víctimas de burlas, amenazas y exclusión, tanto por parte de sus compañeros como, en algunos casos, de docentes o autoridades escolares.
Este tipo de violencia, invisibilizada y subestimada, ha llevado a muchos jóvenes a sufrir ansiedad, depresión e incluso a considerar el suicidio como una vía de escape. Por eso, es urgente hablar del bullying homofóbico y visibilizarlo como una forma grave de discriminación que requiere intervención inmediata.
Causas del bullying
Las causas del bullying son diversas y complejas. No hay una única razón, pero entre las más comunes se encuentran:
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Factores personales: El agresor puede estar replicando patrones de violencia que ha recibido en casa o en otro entorno.
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Factores familiares: Presión excesiva, ausencia de uno o ambos padres, o estilos de crianza negligentes pueden influir en el desarrollo de actitudes agresivas.
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Factores sociales: Dinámicas escolares donde se normaliza la violencia, falta de educación en valores o necesidad de encajar en un grupo.
A veces, un agresor también es víctima en otro contexto. Por ejemplo, puede ser intimidado por alguien “más fuerte” y compensar su inseguridad atacando a quien considera más débil.
Consecuencias del bullying
Las consecuencias del acoso escolar pueden ser devastadoras:
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En la víctima: ansiedad, aislamiento, baja autoestima, trastornos depresivos, problemas de rendimiento académico e incluso ideación suicida.
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En el agresor: si no se corrige su conducta a tiempo, puede desarrollar un perfil violento que lo lleve a convertirse en un adulto con problemas legales o de convivencia.
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En el entorno escolar: se crea un ambiente de miedo, desconfianza y pasividad, donde nadie se siente seguro.
También se puede desencadenar un ciclo de violencia, en el que la víctima, al no encontrar ayuda, en el futuro actúe como agresor.
Medidas y recomendaciones para padres y docentes
1. Conocer la normativa vigente
Es fundamental que los adultos conozcan las leyes y políticas educativas relacionadas con la protección de los estudiantes. Esto permite actuar con base legal y también evitar errores que puedan generar problemas posteriores.
2. Observar cambios en la conducta
Padres y docentes deben estar atentos a señales como aislamiento, tristeza inexplicable, baja en el rendimiento escolar, o rechazo a asistir al colegio. Estos pueden ser indicios de que algo grave está ocurriendo.
3. Supervisar sin invadir
Sin violar la privacidad de los niños y adolescentes, es importante estar presentes en espacios donde suelen ocurrir agresiones: pasillos, baños, áreas comunes. Revisar mensajes escritos en paredes o redes sociales puede ayudar a detectar amenazas antes de que se concreten.
4. Promover el respeto y la inclusión
Desde edades tempranas se debe educar en la empatía, el respeto por las diferencias y la resolución pacífica de conflictos. La formación en valores es la mejor forma de prevenir el acoso.
Un apunte personal sobre este tema
Estos apuntes surgieron de una clase donde llevé un pequeño reportaje sobre el acoso escolar hacia niños sexodiversos. En ese trabajo decidí centrarme en la experiencia escolar porque el acoso hacia personas LGBTI en la adultez es aún más complejo y va más allá del entorno educativo. A menudo se manifiesta en el ámbito laboral, familiar y hasta en el político y legislativo, donde muchas veces esta población sigue siendo ignorada o desprotegida por las leyes.
En conclusión
Esperamos que este artículo te haya sido útil, sobre todo si sospechas que alguno de tus hijos, estudiantes o compañeros puede estar sufriendo bullying, en especial por su orientación sexual. Si eres víctima de acoso, no estás solo(a): acércate a un adulto de confianza, como el psicólogo u orientador escolar. Ellos sabrán cómo ayudarte sin juzgarte ni causarte más daño.
Gracias por leernos. Recuerda compartir esta información, dejar tu comentario y seguirnos en nuestras redes sociales. Hablar del bullying es el primer paso para detenerlo.