1. El refuerzo positivo funciona (¡y mucho!)
Quizá todos hemos escuchado sobre esto alguna vez, sabemos que dar o quitar según el comportamiento de una persona, especialmente un niño, puede promover cambios o crear hábitos; pero no se trata solo de premiar con dulces y ya está. El refuerzo positivo consiste en
reconocer y alentar conductas adecuadas para que se repitan. Felicitar cuando
el niño comparte, dar tiempo de juego después de hacer tareas o simplemente
decir “estoy orgulloso de ti” son formas efectivas.
2. Los límites también son amor
La palabra límite puede tener una connotación un tanto negativa, quizá la vemos de una manera que no es la adecuada, y bueno, uno de los mitos más comunes es que poner límites es ser autoritario. Pero la
verdad es que los niños necesitan estructura y normas claras para sentirse
seguros. Lo importante es cómo se comunican esos límites: con firmeza pero con
afecto.
3. Escucha activa: clave en la infancia y adolescencia
Escuchar es algo esencial del ser humano, pero tendemos a quitarle importancia, tanto así que a veces no nos escuchamos ni a nosotros mismos. Muchos problemas en casa se deben a que no se escucha bien. La escucha activa
es una técnica que implica estar presente, mirar a los ojos, no interrumpir, y
validar emociones. Ese tipo de escucha es clave cuando se trata de relacionarse con los niños o adolescentes, promueve cambios a partir del entendimiento y la buena relación aumenta en un 200%.
4. Cuida tus propias emociones
Parecido a escucharnos a nosotros mismos, también es igual o más importante escuchar tus emociones, conocerlas, entenderte y racionalizarlo para que lo puedas regular porque tu regulación emocional impacta directamente en la de tus hijos. Si te ven
gritar, frustrarte fácilmente o rendirte, tienden a imitar esos patrones creando consecuencias negativas tanto en el corto como el mediano y sobre todo en el largo plazo, sobre todo si esto sucede durante sus primeros años de vida.
5. El castigo no educa (por sí solo)
Entendemos que en muchos casos el castigo se vuelve necesario, sólo hay que tener en cuenta que castigar sin explicar ni acompañar solo genera miedo o resentimiento. Es mejor
aplicar consecuencias lógicas y explicadas, que ayuden a aprender. Esto es crucial si queremos que el castigo sea realmente efectivo y provechoso para educar al niño.
Conclusión
Desde nuestro lugar como estudiantes, vemos cómo muchos padres hacen lo mejor
que pueden, pero con herramientas del pasado. La psicología ofrece recursos
valiosos, y lo mejor es que muchos están al alcance de todos. Es solo buscar un poco entre la información que está publicada o acudir a un especialista y verás que muchas cosas en tu hogar pueden cambiar para bien.
¿Y tú te has enfrentado a este tipo de situaciones? ¿Cuéntanos cómo ha sido y cómo las has solucionado? O quizás tu hijo quiera ser psicólogo, y entonces también puedes revisar nuestro artículo relacionado con el tema y cómo puedes abordar cuando tu hijo quiere ser psicólogo.
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